Orígenes de la CVX: En República Dominicana, como establecen sus estatutos, es una comunidad de fieles cristianos que han optado seguir a Jesús y su propuesta del Reino desde la espiritualidad Ignaciana, es decir, siguiendo lo que propone San Ignacio de Loyola.

En el 1563 un joven jesuita belga, Jean Leunis, funda una comunidad de estudiantes del Colegio Romano. Esta primera comunidad, es la Prima Primaria. Rápidamente sirvió de modelo para ser replicada alrededor de todo el mundo con el nombre de Congregaciones Marianas, como comunidades laicas de inspiración ignaciana. La Comunidad de Vida Cristiana (CVX) se constituye en la forma renovada de dichas Congregaciones para responder más fielmente con los desafíos de nuestra Iglesia en el mundo de hoy y el papel que deben desempeñar los laicos a partir del Concilio Vaticano II.

Como institución católica que somos, estamos registrados en el Arzobispado de Santo Domingo en el Libro 9 de Facultades Ordinarias bajo el Número 26 folio 137 con el expreso mandato de hacer constar: “CON LICENCIA ECLESIASTICA” en esa condición y como otras comunidades laicales formamos parte de UNILCA. Además de la Arquidiócesis de San- to Domingo estamos presentes en la de Santiago de los Caballeros y en la Diócesis de Mao Montecristi. La actual Comunidad de Vida Cristiana de Republica Dominicana surge bajo la inspiración y acompañamiento del P. Manuel Maza, sj. en el 1996. Nos formamos partiendo desde la misma Palabra de Dios –La Biblia- ayudados por su amplia literatura, comenzando por los Principios Generarles, Las Normas Generales, además, del importante documento NUESTRO CARISMA. Anualmente se ofrecen dos retiros al estilo Ejercicios Espirituales caracterizados por el silencio.

El actual momento: La historia nuestra es una oportunidad ideal para alcanzar un mayor entendimiento del don y relevancia de nuestra particular identidad, vocación y misión. Grandes y muchas lecciones podemos aprender para la colaboración con los jesuitas, profundizar nuestro rol en la Iglesia y servir mejor en el mundo como testigos laicos de la misión de Cristo. El actual momento que vivimos es una oportunidad preciosa para reconocer a través del paso del tiempo nuestra historia de gracia en la que vamos siendo animados y acompañados por el Espíritu Santo para poder agilizar y actualizar los pasos para responder exactamente a lo que Dios espera de nosotros aquí en nuestra realidad dominicana o donde quiera que nos encontremos. Sin dudas que debemos estar mejor preparados y dispuestos para asumir de una forma más compro- metida los retos y desafíos que se le presentan a la CVX en República Dominicana de cara al futuro.

La CVX ha vivido un proceso durante los últimos tiempos que podríamos definir o comparar con la imagen de una flor que se abre. Todo está presente en ella desde un principio, pero sólo paso a paso florecerá totalmente: mientras tanto debemos arraigar sus raíces en sus fuentes respetando el ritmo de cada comunidad individual y la característica de lo que cada uno va experimentando a través de la lectura de los signos de los tiempos. Ya desde mediado de los 80s, la “misión común” era un tema comentado en la CVX. Durante los 90, la conciencia de ser comunidad apostólica se hizo más honda y así, finalmente maduró la comunidad mundial en la Asamblea de 1998 en Itaici (Brasil): “Profundizando en nuestra identidad como cuerpo apostólico clarificar nuestra Misión Común”.

Tres áreas de misión: Teniendo en cuenta los criterios ignacianos para la Misión, percibimos las necesidades y evaluamos las posibilidades para desarrollar la colaboración Laicos-Jesuitas; el proceso tiene como resultado la identificación de tres áreas de misión y de los medios necesarios para llevar a cabo la misma: Primero deseamos traer a nuestra realidad social el poder liberador de Jesucristo. En segundo lugar, deseamos encontrar a Jesucristo en toda la variedad de nuestra sociedad incluyendo la cultura, permitiendo que su gracia ilumine todo lo que necesita transformación. En tercer lugar, deseamos vivir unidos a Jesucristo para que Él pueda entrar a todos los aspectos de vida ordinaria en el mundo. Estas tres áreas de misión son fuente espiritual que nos fortalece y alimenta para la misión: los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, nos ayudan mucho a crecer en la vida cristiana para que podamos llegar a ser instrumento eficaz de servicio.

Misión común, que se hace local e individual: La CVX en República Dominicana, junto a las demás comunidades esparcidas en el resto del mundo es parte de un solo “cuerpo apostólico”. “Reconocemos que tenemos unidad en la diversidad”, sin embargo, el desarrollo profundo de su significado en la práctica diaria es producto de un enfoque especial partiendo de nuestra realidad nacional, por eso en muchas ocasiones hemos levantado nuestra voz clamando por: una educación de mejor calidad, servicios de salud más eficientes, una justicia más oportuna y más “ justa”, cero impunidad frente a la corrupción, más seguridad ciudadana. La dinámica del DEAE en muy importante ponerla en práctica en todos los niveles: Discernimos, Evaluamos, Apoyamos y Enviamos. Así un servicio u obra aunque sea individual se convierte en Misión Común, ya que toda la comunidad comparte la responsabilidad. Los grupos locales, como también la comunidad más amplia –nacional o regional-, apoyan y prolongan las dinámicas generadas por los Ejercicios Espirituales que nos conducen hacia una vida esencialmente apostólica. Aun cuando el servicio apostólico se realice de una manera personal, es siempre parte de la misión recibida en la CVX: una Misión Común que parte de la misión de la Iglesia.

Vocación ignaciana: Es muy importante destacar que CVX es una vocación Ignaciana; su carisma y espiritualidad son ignacianos. Por eso los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son al mismo tiempo una fuente específica y el instrumento característico de su espiritualidad, nos conducen a la integración de fe y vida en todas las dimensiones: personal, social, profesional, política y eclesial. Los miembros CVX vivimos la espiritualidad ignaciana en la comunidad en el grupo local, a nivel nacional y como Comunidad Mundial lo cual es fundamental para nuestro crecimiento humano, espiritual y apostólico, siendo un elemento constitutivo del servicio apostólico y testimonio de la CVX, pues es esencialmente una comunidad para los demás. CVX es una vocación laical y comparte responsabilidad con la misma misión de la Iglesia. Los Jesuitas nos apoyan para descubrir nuestra expresión laical desde la espiritualidad ignaciana; se nos ofrecen como Asistentes Eclesiásticos; somos una comunidad de laicos dirigida por laicos y el Asistente Eclesiástico tiene como principal responsabilidad el desarrollo cristiano de toda la comunidad ayudando a los miembros a descubrir los caminos de Dios. En virtud de la misión que le ha encomendado la Jerarquía, de cuya autoridad es el representante, tiene además, una responsabilidad muy especial en el área de problemas doctrinales y pastorales y en lo que toca a la armo- nía propia de una comunidad cristiana.

Miembros del Consejo Ejecutivo Nacional (CEN): Rafael Madera, Presiden- te; Gretchen Zuleta, Vicepresidente; Patricia Elías, Tesorera; Carol Hernández, Secretaria; Vocales: María Luisa Lavernia, Divina García y Mary Leysi Abad.