Quiénes somos: El Movimiento de los Focolares es una gran y variada familia, es un “nuevo pueblo nacido del Evangelio”, como lo definió su fundadora, Chiara Lubich, que lo inició en 1943 en Trento (Italia), durante la segunda guerra mundial, como una corriente de renovación espiritual y social. Fue aprobado en 1962 con el nombre oficial de Obra de María y difundido en más de 180 países con más de 2 millones de adherentes. El nombre viene del italiano “Fuego del hogar”. El Movimiento fue denominado “de los Focolares” por la gente de Trento, por “el fuego” del amor evangélico que animaba a Chiara Lubich y a sus primeras compañeras.

El mensaje que quiere dar al mundo es el de la unidad. El objetivo es, por lo tanto, el de cooperar en la construcción de un mundo más unido, impulsado por la oración de Jesús al Padre “Que todos sean uno” (Jn 17,21), en el respeto y valorización de las diversidades. Y para alcanzar esa meta se pone como prioridad el diálogo, en el compromiso constante de construir puentes y relaciones de fraternidad entre las personas, los pueblos y los ámbitos culturales. El Movimiento cuenta, en su interior, con cristianos de muchas Iglesias y comunidades cristianas, fieles de otras religiones y personas de convicciones no religiosas. Cada uno adhiere a él en sus fines y su espíritu, en la fidelidad a la Iglesia de cada uno, o al credo de cada uno, y a su conciencia. Las Comunidades son llamadas Focolares, en donde viven los que en el Movimiento han hecho votos de castidad, pobreza y obediencia.

Nuestra historia: 1944 – El drama del segundo conflicto mundial imparte una lección decisiva: “Todo cae, todo es vanidad de vanidades. Sólo Dios permanece”. Dios amor irrumpe en la vida de Chiara transformándola. Un descubrimiento que enseguida comunica y comparte con otras jóvenes que serán sus primeras compañeras. A los refugios llevan sólo el Evangelio: aquellas palabras se iluminan con una luz nueva: en ellas encuentran el “cómo” responder a este amor. En el mandamiento que Jesús dice suyo y nuevo: “ámense los unos a los otros como yo los he ama- do”, descubren el corazón del Evangelio. Viviéndolo con radicalidad, experimentan un salto cualitativo en su vida personal y comunitaria. En el testamento de Jesús “que todos sean uno”, encuentran el por qué de sus vidas: contribuir a realizar el plan de Dios sobre la familia humana.

La experiencia de “Dios amor” es la chispa inspiradora que da inicio al Movimiento; el amor recíproco constituye su tejido espiritual; el “que todos sean uno” es su objetivo. Son éstos algunos de los puntos cardinales de una nueva corriente espiritual: la Espiritualidad de la Unidad, que llegará a ser cada vez más universal.

Qué Nos mueve: Un amor dirigido a todos y que no discrimina, que toma la iniciativa; que ama como a sí mismo y no rechaza a nadie, ni siquiera a los enemigos. Para que pueda llamarse evangélico, ésas tendrían que ser las cualidades de nuestro amor. Es una labor nada fácil, que requiere un ejercicio constante y cotidiano. Es por ello que Chiara Lubich lo definió a este amor como “un arte”, un método, que se les propone a todos: cristianos, hombres y mujeres de credos diferentes y personas sin una referencia religiosa. En la conciencia de que esta nueva disposición de ánimo es el primer paso para una revolución pacífica, capaz de cambiar el corazón de las personas y del mundo entero.

Caminos para la Unidad, Los Diálogos: a nivel de individuos, personalidades y Movimientos, comunidades y grupos, se delinea como la vía privilegiada para promover la unidad: dentro de la propia Iglesia para profundizar la comunión entre los Movimientos Eclesiales, las nuevas comunidades y las asociaciones laicales, con los carismas antiguos y nuevos de las congregaciones religiosas; entre las Iglesias cristianas, para entretejer relaciones de comunión fraterna y de testimonio común, que hacen caer prejuicios y abren un diálogo de vida, del pueblo, cual levadura para acelerar el camino hacia la unidad visible de los cristianos; con el judaísmo, para sanar las heridas de siglos y redescubrir el patrimonio y las raíces comunes; entre las religiones, para construir un mundo fraterno basado en los valores del espíritu; con personas de convicciones no religiosas, para colaborar, sobre la base de los valores comunes y del respeto de los derechos humanos, en los campos de la solidaridad y de la paz.

En lo social: La reciprocidad del amor hasta construir la unidad se revela como el “código” para transformar la sociedad, imprimiendo la dimensión de la comunión, de la solidaridad en los distintos ámbitos de la sociedad, como: la política, la economía, la moral pública y la ética social, la salud, el orden social, el arte, la educación, la cultura, la comunicación social, las relaciones entre los pueblos. De especial relevancia:

El Movimiento político por la unidad: abierto a personas comprometidas a distintos niveles, de distintos partidos políticos, que propone la fraternidad como categoría política en vista del bien común.

La Economía de Comunión: proyecto que, en el mundo de la Economía, inspira la acción de más de 750 empresas y tiene un impacto también a nivel cultural.

La cooperación internacional: más de 1000 obras sociales de distinta magnitud en los 5 continentes. Se han desarrollado especialmente en el ámbito socio-sanitario y educativo en las áreas menos favorecidas. La valorización de la reciprocidad suscita auto desarrollo y rescate social, son todas acciones sostenidas por una ONG del Movimiento: Acción mundo unido (AMU).

Presencia en República Dominicana: El Movimiento de los Focolares está presente en la República Dominicana desde el año 1982, cuando fue presentado a varios grupos eclesiales. En esta primera visita a la República Dominicana fueron recibidos por el Sr. Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, en aquel entonces Arzobispo de Santo Domingo, que los animó a seguir adelante en el difundir la espiritualidad del Movimiento en su Arquidiócesis. Alentados por la disposición del Cardenal se continuó viajando a la República por varios años visitando en los diferentes pueblos los grupos de personas deseosas de vivir la espiritualidad de la unidad. Por dos años consecutivos: 1985 y 1986 los miembros fueron invitados a presentar esta espiritualidad a la Conferencia Episcopal. Los obispos vieron en el Movimiento un instrumento poderoso para trabajar sobre todo con la juventud y expresaron su deseo de que se abriera un centro permanente en la República. Respondiendo a esta solicitud y por la rápida expansión del Movimiento en el país, se abrió un Centro Femenino formado en aquel entonces por tres focolarinas (miembros consagra- dos) y hoy en día por cinco.

Actualmente, tenemos grupos del Movimiento en las principales ciudades del País compuesto por personas de todas las edades. Cada verano el Movimiento de los Focolares realiza un retiro de cuatro días llamado Mariápolis en el cual participan alrededor de 500 personas. Están presentes en las Arquidiócesis de Santo Domingo y Santiago y en las Diócesis de Mao-Montecristi y Nuestra Sra. de la Altagracia. Directiva nacional: Directora regional, Estebanía Rodríguez y Ángel Cano, ffsantodomingo@claro.net.do | (809)686-3291.